Somos abanderados de los alimentos de nuestro entorno y no solo porque nos guste el buen comer. Tenemos tres razones de peso que van a hacer que te unas a nuestra rebelión de la comida ética. Queremos comer sabroso pero también de forma sostenible, saludable y justa con la sociedad y nuestros productores. Lo que es bueno para el cuerpo también lo es para el planeta. Palabra de FEDE PACHA&Co.
Nuestro proyecto se sustenta precisamente en ellos: los alimentos locales que nos proveen los pequeños productores de nuestro entorno, nuestros aliados. Y ¿por qué los defendemos con tanta pasión? Ahí van nuestras razones:
1.- Consumiendo alimentos locales apoyamos a nuestros baserritarras y la economía circular
Todo queda en casa. Ellos, los baserritarras, tienen las huertas, las granjas, el ganado… nosotros las ganas de cocinar con alimentos de verdad, verdad y nuestros comensales e invitados el gusto por los sabores autóctonos y reales. Entre todos, consumiendo alimentos locales apoyamos la economía del entorno y cerramos el círculo.
Es una forma de reinvertir en lo que nos toca de cerca: desde su producción hasta su transformación y consumo. Y de esta forma, los pequeños productores pueden mantener su manera tradicional de producir los alimentos respetando los ciclos de la naturaleza y conservando vivas las variedades autóctonas.
2.- Los alimentos locales de temporada tienen mejor sabor y textura
Al consumir alimentos locales estamos comiendo directamente productos adaptados a su temporada, en su mejor momento de textura, olor y sabor.
Tomates, pimientos, manzanas, calabacines… que maduran en su planta y son recogidos en su punto óptimo tienen un sabor que no pueden alcanzar los que se recogen verdes y terminan su maduración en cámaras hasta que llegan al punto de venta.
Tomar los alimentos en su temporada es además más económico: hay más producción, la oferta es mayor y, por tanto, su precio mejor. Lo caro es querer comer cerezas en diciembre o mandarinas en verano.
3.- Consumir local es más sostenible y reduce la huella de carbono
La producción local es más sencilla, tradicional y natural, no utiliza aditivos químicos perjudiciales ni pesticidas. Eso es bueno para nuestro paladar y para el medio ambiente, pues supone un ahorro importante de emisiones de CO2 a la atmósfera.
Además, se reducen los embalajes. Los alimentos de los pequeños productores no vienen envasados en miles de plásticos y bandejas como los puedes encontrar en el supermercado. Nosotros huimos del usar y tirar.
Y se aprovecha todo, hay menos desperdicio de alimentos: a las frutas o verduras feas se las quiere tanto como a las relucientes, porque son igual de sabrosas. Mientras que en grandes producciones se desperdicia una gran cantidad de piezas solo por su aspecto.
Al disminuir los transportes de larga distancia y los residuos, se reduce la huella de carbono y los gases de efecto invernadero.
Si es que… todo nos reafirma en nuestra filosofía de buscar sabor y honestidad en el mismo plato. ¿A qué a ti también te han entrado ganas de unirte a nuestra rebelión de la comida ética?